Hay una procesión cruzando la noche, tambores haciendo cimbrear el esqueleto dentro de su reducto de carne, cornetas perforando el cerebro como gusanos ciegos, horadando pasadizos entre las ideas recién emergidas de la nube de incienso y sangre. Hay una procesión cruzando la sombra, como un tumor desprendido, recorriendo las venas de piedra de una ciudad silente. El vértigo contenido de un pueblo expectante, de miles de ojos que observan, la determinación obcecada que deviene en movimiento, 50 personas que cargan mi cama, desde la casa donde me quedé dormido hasta Santa María, donde una vez soñé que despertaba.


Ilustración Mario Gargon
Texto Israel Alonso

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