1916. Cuando un vendedor ambulante le pide dos reales por una docena de camarones, León Trostky, que lleva varios días en Cádiz, acepta el precio.
—No le des coba al señor, picha.
Regaña el “polizonte” que lo acompaña y vigila en sus an- danzas. El vendedor huye y el polizonte lo alcanza frente a una ventana del café. Se arma tal escándalo y bronca que la gente se acerca.
“Lo mismo hizo ayer por la mañana con un limpiabotas que, en su opinión, no le había sacado a uno de mis zapatos el brillo debido”, escribe en su diario un sorprendido Trostky.


Ilustración Manuel Mateo
Texto David Monthiel

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