Héroe Refugiado

Ilustración: Raúl Lucas
Texto: Alejandro Lucas

Esta historia comienza en la ciudad de la guerra. Un lugar donde la crueldad más atroz se armaba de locura para hacerse realidad, donde el amanecer devoraba las flores, y la hierba solo podía crecer en la oscuridad de la noche. Allí tan solo los guerreros sin luz, nacidos y criados por las sombras podían vivir alimentándose del miedo y el poder.

Es allí donde Hércules, rodeado por los “Nadie”, los hombres hambrientos de luz y esperanza, descubre que solo puede encontrarse a sí mismo superando la prueba para alcanzar el destino. Su corazón le habla escondido entre su pecho, susurrándole al oído la verdad del mundo entero ­es imposible que solo las sombras existan, los rumores de un lugar donde el viento trae aire fresco e incluso la hierba se atreve a crecer bajo el sol, no pueden ser inciertos­.

Seguido por los “Nadie” cruzó el desierto de la desesperación para así alcanzar su meta. Y su camino repleto de luz y calor, repleto de cansancio y sed, fue un viaje al interior de su alma. Encontró en ella la fuerza de los Titanes, la valentía de las fieras, la esperanza de la inocencia de un niño, se agarró tan fuerte a ellas que los espejismos se le dirigieron, y le explicaron cómo hablar con las estrellas y el sol para hallar el camino, y siguiendo el consejo de sus visiones llegó a su destino.

Muchos “Nadie” quedaron atrás, perdidos entre las telarañas del desierto, y la bruma del sol.

Agotado, ardiendo e infectado de dolor y cansancio, esperanzado por el encuentro con su destino, Hércules vio que la muralla del destierro frenaba su camino. Un inmenso monte escarpado de hierro y huesos, retorcidos y amarrados con espino venenoso, infinito en anchura, imposible de rodear, profundo en la tierra, enraizada su base en el mismo infierno, y alto, tan alto que se diría rozaba el cielo. No pudo más que hablarle de amor y silencio, y los huesos se encarnizaron, y el hierro se fundió de amor, tan solo los espinos permanecieron sordos a las palabras del semidiós. Pero pronto comprendieron que nada lo detendría, y mientras el héroe escalaba entre las ramas venenosas, ellas apartaban sus púas aguardando inocentes la caricia de sus manos. Algunos “Nadie” les siguieron, no se sabe cuántos, nadie los contó.

Solo restaba cruzar la mar.

Solo unos pocos hombres, y todo un destino de muerte frente a ellos, todos diferentes pero iguales, todos con temor pero valientes, todos refugiados, presos del agotamiento, y miento, si no digo que todos, absolutamente todos eran “Nadie”, abanderados por Hércules, resguardados bajo el abrigo de su piel de león, remo en mano, hermanos todos del destino de los vivos, la muerte.

El mar de la muerte agotaba su alma. El infinito desierto de agua y sal, mecía y bailaba la barca de Caronte, y Hércules férreo guardián de la fuerza, reía y bailaba con las furiosas olas. Y estas se emocionaban y crecían con el baile, y entonces se fundieron en un abrazo, el mar quedo atrapado entre los fuertes brazos con tanta robustez y amor que se rindió de golpe quedando la mar en calma.

Agotado Hércules llegó al fin a la costa de la esperanza, y al tocar la fina arena, al sentir la firme tierra renació de sus cenizas la esperanza del mañana. Descubrió que tras la costa el mundo era al fin hermoso, hermoso y paciente, paciente y pacífico, armónico y feliz, y entonces comprendió que sus gentes, fuertes, habían cambiado el mundo con su ejemplo de felicidad.

Renunciar al destino era entonces el único camino a seguir para continuar siendo fuerte, honroso y valeroso, por amor y solo amor, caminó sin descaso deshaciendo sus pasos sin más destino que encontrar el camino de vuelta a la guerra, oscura y triste de la que salió.

Cambiando el mundo desde ese mundo terrible, cambiando el mundo con un ejemplo heroico, cambiando el mundo con una visión nueva, cambiando un mundo agónico donde la hierba solo se atreve a crecer de noche.

Ilustración de

Raúl Lucas

Texto de Alejandro Lucas

Alejandro Lucas nace en Cádiz (Agosto 1984), y desde entonces su vida gira en torno a la literatura y al desarrollo de acciones socioculturales. Desde Granada donde reside actualmente ha compartido proyectos de creación colectiva como la obra teatral “Siete Voces y Siete Guerras”, o más recientemente la exposición en las Jornadas de Psicología y Arte “Los Otros, Espejos”.

En su vida profesional se dedica a fomentar procesos participativos socioculturales, como las últimas 10 ediciones de Encuentros de Asociaciones y Corresponsales de la provincia de Granada. Actualmente dirige su propio blog donde se incluyen reflexiones, experiencias, poemas y otros textos sociales
elblogdealejandrolucas.blogspot.com.

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